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Escaramuza Charra

La fiesta charra es una de las celebraciones más mexicanas y se puede disfrutar en casi cualquier estado del país gracias a que la figura del charro es representativa de nuestras tradiciones.

Sin embargo, en la escaramuza charra, las mujeres demuestran su audacia, valentía y destreza para no solo mostrar belleza a través del baile, también un control total sobre el caballo que se logra gracias a una tenacidad inquebrantable.

Fue hasta la década de los 50 que las mujeres comenzaron a participar en la charrería, con lo que surgiría la escaramuza que conocemos hoy: grupos de entre ocho y doce mujeres, ataviadas con hermosos vestidos de adelitas o chinas poblanas, mientras cabalgan con una coordinación impresionante al son de la música tradicional mexicana.

Al ser una presentación grupal, la escaramuza charra es un espectáculo completo, ver como las mujeres logran coordinar a sus caballos para movimientos parejos y las evoluciones a lo largo del ruedo, mientras lucen los trajes típicos mexicanos, es simplemente digno de admiración para cualquier que haya visitado un lienzo charro.

Gracias a la fascinación que el público siente por estas mujeres y su increíble capacidad sobre el caballo, la escaramuza se ha convertido en uno de los elementos fundamentales de la charreada y en una digna representante del deporte nacional de México, la charrería.

Origen

Durante la presidencia de Don Everardo Camacho, entre 1952 y 1954, se creó formalmente el Sector Infantil y se comenzó a organizar la Escuela de Charrería. Fue en este contexto que se fundó oficialmente la primera escaramuza el 22 de marzo de 1953, compuesta por los hijos de Don Everardo y del ingeniero Santiago Ruiz Gómez.

El origen de la escaramuza charra se remonta a las primeras clases de equitación organizadas por el ingeniero Santiago Ruiz Gómez, quien encomendó al señor Luis Ortega la tarea de enseñar a sus hijos Graciela, Ma. Eugenia y Arturo a montar a caballo. Durante estos entrenamientos, comenzaron a practicar movimientos como giros, ochos y pasadas al galope. Posteriormente, el señor Everardo Camacho Mora, presidente de la Asociación Nacional de Charros, decidió enviar a sus hijos Guadalupe, Toño y Pepe para unirse al grupo, sumándose a los entrenamientos ecuestres.

Los niños y niñas continuaron perfeccionando sus habilidades, lo que llevó a Don Everardo a presentarlos en público durante una charreada. El éxito fue inmediato, y así nació la “Escaramuza”, un espectáculo que se integró en las charreadas de la Nacional. Bajo la dirección de Don Everardo, el grupo comenzó a realizar giras por el Bajío y otras regiones de México. En ocasiones, cuando algún integrante original no podía participar, otros charros como Manolo Herrera, Eduardo López Becerril y Horacio López Becerril completaban el equipo, que en sus primeros años estaba compuesto solo por hombres.

Con el paso del tiempo, la participación femenina fue en aumento. Se unieron al equipo Susana Mondragón y Lilia López Becerril, lo que llevó a que se tomara la decisión de que la escaramuza estuviera conformada exclusivamente por mujeres. Así, el grupo quedó integrado por Graciela y Ma. Eugenia Ruiz Loredo, Guadalupe "Coco" Camacho, Susana Mondragón, Lilia López Becerril y Julieta Ramos. Más adelante, otras mujeres como Holda Esther del Rivero, Gloria y Margarita del Castillo, Rosalía Ransanz y Elia Flores se sumaron al equipo, consolidando la presencia femenina en la escaramuza, bajo la dirección del maestro Luis Ortega Ramós.

La escaramuza, nacida en la Asociación Nacional de Charros, ha crecido y evolucionado hasta convertirse en uno de los elementos más representativos de la charrería. Este grupo de mujeres no solo muestra su destreza y valentía a caballo, sino que también proyecta la belleza de las tradiciones mexicanas, lo que ha llevado a la escaramuza a trascender las fronteras de México y a convertirse en un símbolo del deporte nacional.

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